Cuando Quinton intenta sacar de la cama a Ashlyn, su traviesa hijastra rubia, ella comienza a gemir incontrolablemente. Cree que algo anda mal con ella, pero Quinton la tranquiliza diciéndole que no debe preocuparse demasiado, ya que son los síntomas habituales de una condición familiar de toda la vida que acaba de manifestarse. Su mamá la tiene, y parece que ella también la heredó. La condición les provoca sentimientos extremos de excitación, y el único tratamiento que han encontrado es alcanzar el orgasmo. Preocupada, Ashlyn busca ayuda en su amoroso padrastro, quien solo quiere lo mejor para ella. Decidido a darle una vida normal, Quinton le enseña a Ashlyn formas de complacerse y se involucra en sus orgasmos para ayudar con su condición.