¡Ya no podía soportar más la medicación! Hacía que mis tetas crecieran cada día más y más. Ninguna de mis prendas me valía ya. Mis tetas reventaban mis camisetas y me dolían. Llamé a mi médico, pero solo me recomendó masajes en las tetas. No podía hacérmelos yo misma, así que le pedí ayuda a mi hijastro. Sus manos se sentían increíbles sobre mis enormes tetas. En cuanto me tocó, supe que mi médico tenía razón: eso era exactamente lo que necesitaba. Estaba a punto de correrme solo con que él jugara con mis pezones.